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Quién no se acuerda de los paseos de Amélie por Montmartre, en la película de Jean-Pierre Jeunet. Una de sus paradas era la frutería Au Marche de la Butte, en la Rue des Trois Frères esquina Rue Antrouet. En Pontevedra, en la calle Uxío Novoneyra, también haciendo esquina con Virgen del Camino, hay una muy parecida, El Vergel, regentada por el matrimonio formado por Manuel Sobral y Paula Costas. Aunque su producto es cien por cien gallego y alta calidad, el estilo del local es muy parisino y no por casualidad. Paula es hija de fruteros emigrantes en Francia, donde ella nació. «Mis padres se fueron allí en los años sesenta y se dedicaban a este negocio». Llegaron a tener tres puestos de venta en el departamento de Les Yvelines (Houilles, Maison Lafitte y Sartrouville), en la Región Parisienne. Ella estudió Filología Hispánica, daba clases de Lengua Española en un instituto y los fines de semana ayudaba en el negocio familiar. Manuel tenía una carnicería en Xeve y cuando murió el padre de la que hoy es su mujer, se fue también para allá a echar una mano. Retornaron en el 2001, coincidiendo con el retiro de la madre, y en el 2002 abrieron El Vergel.

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Ecológico

En El Vergel «somos mucho de producto del país, gallego y ecológico», comentan. Y en verano suelen recorrer Galicia en busca de novedades alimentarias. No hay más que echar una mirada por la tienda. Mermeladas de Amorodo (Terra de Montes); grelos deshidratados de Milhulloa; algas, tés y especias de Algamar (Pazós de Borbén; licores de Arela (Pontedeume); patés de Terra Barronceli (Verín); lácteos Arqueixal (Palas de Rei) o panes integrales de Pandarán (A Lama), entre otras exquisiteces. En este campo, el arte de Paula vuelve a destacar en la preparación de baulitos con una selección de delicatesen ecológicos, para un regalo especial.

Calidad autóctona

En estos casi 13 años han conseguido hacerse con una gran clientela que sabe valorar la alta calidad de los productos que venden. Y no hablamos solo de frutas y verduras, sino de una amplísima gama de delicatesen y artículos ecológicos, fundamentalmente de marcas gallegas, con denominación de origen o indicación geográfica protegida. Manuel elige, personalmente, cada mañana en los proveedores (almacenistas y cultivadores), pieza a pieza y caja a caja, las frutas, verduras y hortalizas del país. Ahora es época de caquis, granadas, piñas, uvas, clementinas, castañas y, por supuesto, de setas, de las que tienen hasta siete variedades y para comprar algunas de ellas se han desplazado a Lugo. «Y siempre intentamos tener todo el año fruto rojo, como arándanos, frambuesas, fresas y cerezas», explican. Pero su negocio tiene un valor añadido y es que Paula Costas tiene un arte especial para la elaboración de unas cestas de frutas espectaculares, un regalo muy especial y muy demandado como alternativa a los centros florales. «Hago una media de dos diarias por encargo, con fruta muy elegida que voy encajando por formas y colores, y las adorno con algún detalle extra, como un peluche si es para un natalicio».

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